Vamos a aprovechar el insoportable descanso veraniego, me refiero al futbolero, para contar algunas vicisitudes de un catalán madridista en Cataluña. O sea, un servidor. No vayan ustedes a pensar que nací anticulé, no.
Todo empezó con la eliminación del Madrid de Miljanic en la Copa de Europa, a manos del Estrella Roja. En el trabajo hubo que aguantar carros y carretas. Hasta ese momento, no había disfrutado especialmente con las derrotas del hoy La Esquinita de Negreira, o del Atlético. Más bien plan pasota.
Pero después de esa eliminación, ya fue otra cosa. El karma quiso que, pocos meses después, los azulgrana se enfrentaran al Leeds en las semifinales de la Copa de Europa. Se trajeron un 2-1 en contra del partido de ida. Vuelta el 23 de abril, San Jorge. Se pueden imaginar ustedes el ambiente que se respiraba, pues ya se veían finalistas, por segunda vez en su historia. Recuerden ustedes que contaban con Cruyff en sus filas (su participación en el partido se limitó, prácticamente, a sacar las faltas y los saques de banda).
Pero… en el minuto 7, gol de Lorimer. Glorioso. 1-1 resultado final, y San Jorge demostró ser madridista (años más tarde, semifinales Champions, La Esqunita de Negreira 0 Real Madrid 2, un 23 de abril)… No hace falta que diga lo que disfruté al día siguiente en el trabajo. “Minuto 7, gol de Lorimer”, no sé las veces que lo repetí a todo culé que me encontraba en la oficina.
Y es que la de veces que he tenido que enseñar el DNI, pues era imposible que un nacido en Barcelona fuera madridista y español, o español y madridista, que tanto monta.
Unos meses antes, 27 octubre 1974, estuve en el Bernabéu por primera vez. Partido contra el Español, 5-0, con dos goles de Roberto Martínez, ex del Español. Fuimos a Madrid en un autocar, camuflados en una peña de los pericos. Una vez en campo, mi padre le contó a uno de los porteros que éramos del Madrid entre españolistas, y si podíamos cambiar de localidad. Anda que no se rió, pero nos dejó hacerlo. La vuelta en autocar fue épica, y nadie nos dirigía la palabra.
Pero no somos pocos los madridistas en Cataluña, e incluso nacidos en Cataluña. La final contra el Valencia en París, yo vivía por entonces en Igualada, localidad bastante independentista. Pero la que se lió cuando acabó el partido, con coches recorriendo las calles con banderas españolas y del Madrid, fue tremendo.
No quiero dar más la tabarra, pero si me gustaría añadir otra “anécdota”. Mi mujer lleva al médico al niño, unos 5 años por entonces. El niño con su camiseta del Madrid. Pues la enfermera les recibe con un “Con esa camiseta, como no vas a estar enfermo”. Si llego a estar yo…
Los madridistas en Cataluña nos merecemos el Princesa de Asturias con creces.